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Como institución Defensora de los Derechos Humanos expresamos nuestro enérgico repudio a las palabras del Diputado Yamil Esgaib, dirigidas tanto a las Diputadas Johanna Ortega y Rocío Vallejos, como a la Senadora Celeste Amarilla y a las periodistas Rocío Pereira y Sara Moreno.

Este hecho, que podríamos definir como violencia política contra las mujeres y diversidades, tiene una clara intersección con los discursos de odio, promueven violencia, xenofobia y la misoginia, menoscaban la diversidad y la cohesión social, pero fundamentalmente nos deshumaniza, acechando los valores democráticos y los principios que nos unen.

Naturalizar estas violentas apreciaciones o no condenarlas claramente, implican graves consecuencias para la construcción del diálogo democrático que necesitamos construir todas las personas y más aún las instituciones para la paz social que tanta falta hace.

Pero no somos impotentes ante el discurso de odio, todos podemos y debemos crear conciencia sobre sus graves peligros, trabajar para prevenirlo y ponerle fin en todas sus formas. Estado, medios de comunicación, plataformas de medios sociales, Instituciones de Derechos Humanos y Sociedad Civil, debemos renovar nuestros esfuerzos para prevenir y acabar con este fenómeno destructivo, al tiempo que promovemos comunidades y sociedades inclusivas, justas y pacíficas y protegemos los derechos y la dignidad de todas las personas.

No debemos permitir y tenemos que estar atentos a fin de que nada vaya erosionando los derechos humanos como el pacto fundacional de toda democracia. Es urgente que discutamos y frenemos tajantemente los discursos de odio, más aún, cuando se trata de funcionarios públicos, para que podamos refundar los modos de la interlocución democrática, como una de las herramientas fundamentales para el diálogo, la seguridad, los derechos humanos y la paz social.